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La Srta. María A. Baker, autora de este himno bien conocido, había pasado por una prueba y experiencia dura. Su querido y único hermano había viajado al Sur con la intención de mejorar su salud. Allí, a 1500 km. de casa, rápidamente se puso peor. La Srta Baker también estaba enferma y no podía ir a estar con él, y después de una quincena de sufrimiento él murió. Aunque la Srta. Baker era Cristiana, confesó que se volvió “rebelde en extremo”, llegando a dudar del amor y cuidado de Dios. Pero al poco tiempo el Maestro mismo habló al corazón turbado y sin paz, y ella pasó a una nueva paz y confianza mucho más profundas.
Poco después de esto, a le pidieron que escribiera algunos himnos para una serie de lecciones de la Escuela Dominical que se estaban enseñando, una de las cuales era: “Cristo calmando la tempestad”. El himno que escribió sobre el tema no sólo encarnaba la enseñanza de la lección, sino que llevaba dentro la huella de su propia experiencia personal, que se ve con claridad en la segunda estrofa.
Mira Señor la tormenta,
La brava y oscura mar,
Las olas que cubren la barca,
A punto de naufragar.
¿Cómo estás tan dormido?
¡Despierta, oh Señor!
Nos hundimos y el corazón falla,
Prendido de un gran temor.
Los vientos y el mar me obedecerán,
Ca…….llarán. (Callarán, sí, callarán)
No hay ni aguas ni tempestad,
Ni diablos ni hombres ni autoridad,
Al dueño del cielo y tierra y mar.
Su voz potente en la tempestad
Habla paz, dulce paz,
Y enseguida el furioso mar
Tranquilo está.
Ruge también la tormenta
En mi pobre corazón,
Oscuras pasiones me azotan,
El mal toma posesión.
Salva, Señor, que me hundo,
Fuerzas me faltan ya;
Habla tú, oh Señor, como antaño,
En medio del recio mar.
Enmudeció la tormenta,
Hay paz en mi corazón.
El sol de tu gracia disipa
Las nubes y el turbión.
Pero, Señor, no te vayas,
Toma tú el timón,
Y conduce mi frágil barquilla
A tu celestial Sión.
Felicitacion
Muchas felicidades y gracias por los himnos preciosos de gran fortaleza a las vidas de quienes amamos el amor, la justicia del Señor…
Saludos